Opinión: El auge de Disobey

La aparición de Disobey en el panorama urbano.

En pleno 2025, la música urbana española ha encontrado en Disobey un grupo que no solo suena distinto, sino que actúa distinto. Con raíces entre Málaga y Madrid, este colectivo ha crecido con una fuerza que va más allá de los escenarios: están reinventando lo que significa conectar con una generación marcada por internet, la sátira, la estética visual y las rupturas de identidad.

Fundados por nombres como Cybernene, yyy891, 8belial, Roomtrash6, junto al productor El Wiwi, Disobey ha desarrollado una propuesta plural que incluye trap, drill, electrónica y referencias nostálgicas de los 2010 con elementos de performance. No hacen un simple concierto: lo que ofrecen es un espectáculo inmersivo, cargado de estética digital, códigos visuales propios, humor y una comunicación directa con seguidores que se identifican con una forma de vivir el arte urbana poco convencional.



Su crecimiento no es casualidad. El álbum Disobey Vol II (enero 2025), su constante gira por ciudades de toda España (Málaga, Madrid, Bilbao…) y su presencia potente en streaming — más de 200.000 oyentes mensuales según algunas fuentes — han consolidado su estatus. Además, su público —los “disobabys”— ya no está conformado solo por amantes del trap, sino también por quienes quieren ver transgredidas las normas, quienes buscan autenticidad en los matices, en lo visual, en lo performativo.

Pero el ascenso de Disobey también plantea preguntas necesarias: ¿hasta qué punto su estética de internet se convierte en fetiche? ¿Dónde están los límites entre lo provocador y lo vacío? ¿Podrán mantener coherencia creativa cuando la expectativa comercial crezca? Estos interrogantes no restan mérito; al contrario, muestran la tensión creativa en la que ya se mueve Disobey. Esa tensión es precisamente lo que les da su potencia.

En definitiva, Disobey no es simplemente “otro grupo urbano”. Es ya un fenómeno que refleja cómo las nuevas generaciones quieren hacer música —y quieren vivirla—. Con su actitud, su estética y su música, están reclamando un espacio distinto en el panorama. Y a juzgar por lo que vemos ahora, ese espacio ha venido para quedarse.

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